Wednesday, October 20, 2010

Te mataré mañana cuando la luna salga...


He tomado el inicio del poema Proyecto de un beso de Leopoldo María Panero para titular esta entrada que solo tiene como objetivo invitarlos a la lectura que el poeta español hará esta noche en La casa morada, a las 20h00


"Te mataré mañana cuando la luna salga poco antes del alba cuando estes en el lecho perdida en los sueños...tu muerte será como beso o acción de gracia..."

Calle Primera 500 y Las Monjas
Urdesa

Tuesday, October 19, 2010

Inspiración Inteligencia

"La gente, frente al acto de creación, frente a Miguel Ángel o Rembrandt, Beethoven o Bach, Shakespeare o Cervantes, habla de Inspiración. Wilde dijo que la creación es diez por ciento inspiración y noventa por ciento transpiración. O sea: crear supone trabajar y tanto Jericó como yo pensamos que la producción de talentos frutstrados en América Latina es tan grande como la producción de plátanos porque nuestros genios están esperando la inspiración y gastan las posaderas, esperándola en cantinas y cafés. El diez por ciento, sin embargo, está esperando pacientemente al lado del noventa que puede hacerse presente, cómo no, en un bar o un café, aunque es mejor recibido en un cuarto lo más despoblado de gente posible, con pluma, máquina o computadora a la mano, y un esfuerzo concentrado que lo mismo puede darse, por lo demás, en un avión, un hotel o una playa. El texto no admite pre-texto. Intención e inteligencia".
Parece que hay coincidencias entre varios escritores al momento de hablar de una verdadera creación. Hablo de la vocación de la escritura, del don, que finalmente, quienes lo tienen deben colocar sobre un papel o una pantalla. En ese momento ya no importa que el don haya llegado con ellos que les sea connatural. Se trata del método de trabajo, de la rigurosa manera de trabajar en la escritura.
Carlos Fuentes tiene más de ochenta años y sigue siento tan lúcido...Recuerdo alguna vez una conversación sobre la vejez y la pérdida de las facultades, todo esto porque mi interlocutor afirmaba que sí quería llegar a ser viejo, mientras sus facultades se lo permitieran. A las facultades físicas y mentales se refería. Pero lo de Fuentes, lo de Fuentes va más allá de un aceptable envejecimiento. Es un motor de ideas, su creatividad está intacta.
Sigue haciendo que los lectores nos cuestionemos la escritura, su escritura.
La voluntad y la fortuna tiene más de 500 páginas que los esperan si se animan a esta aventura con Carlos Fuentes. A mi me falta el tiempo para las relecturas que son nuevos descubrimientos, un círculo vicioso de esta adicción que es la lectura.

Sunday, October 17, 2010

El último beso

¿Qué se puede decir del final de una historia? ¿Cómo comienza la historia y cómo termina? Dicen que una historia que empieza mal, termina mal. En la literatura puede ser distinto. Si no veamos el arranque de El tiempo entre costuras de María Dueñas, con un inicio que promete y que no termina si no siendo una historia intrascendente. A veces cuando me topo con estos libros, creo que se fantasea un poco con la idea de reescribirlos o no sé si es la obsesión del editor: algo siempre puede quedar mejor cuando pasa por una mano firme, la de él o la de ella. En el caso de la novela de Dueñas, las más de 600 páginas, podrían haber sido 300 bien contadas. Pero como siempre, a propósito de cualquier libro, surgen otros temas, no necesariamente ligados a ellos, pero sí a nuestras vidas.

Salvo la reflexión sobre la vida de las mujeres a principios de los años XX en Guayaquil, durante la última sesión del grupo de lectura.  Finalmente terminamos hablando sobre las abuelas, sobre los secretos de muchas mujeres, sobre vidas inconcebibles a nuestra condición de mujeres contemporáneas, pero que definitivamente, para esas otras mujeres del pasado eran situaciones recurrentes.
Dejo como constancia la posesión de una caja de cartas fechadas entre 1922 y 1924, al parecer años en que duró la relación entre mi bisabuela y un hombre al que mi tío llama El caballero de Industrias. O sea un argentino aventurero que llegó al Ecuador para emprender algunos negocios y cuya vida sigue siendo, aún hoy, un misterio.
Recuerdo conversaciones mantenidas con mi abuela. Su padre siempre estuvo en la punta de la lengua:  mi padre era, mi padre hacía, mi padre, mi padre, mi padre. Las cartas enuncian, en cambio, una relación casi inexistente, mirada desde hoy, pero que puede haber sido una manera de relacionarse en el pasado. Promesas de visitas, de viajes, de estar juntos finalmente. Promesas que jamás llegaron a cuajar. El caballero de industrias desaparecío en las islas canarias y lo único que siguieron recibiendo mi bisabuela y mi abuela fue un jugoso cheque de un desparecido banco francés.
Tenía 15 años cuando mi abuela me regaló las cartas. Las cartas siguen en la misma caja en que las dejé después de leerlas. Hoy en el fondo de un armario. A veces la puerta de este pequeño armario superior se entreabre y yo siento que son las cartas que quieren ser nuevamente leídas. Y en el fondo yo digo que debe ser hora de hacerlo, pero siempre desisto con excusas inventadas que me autoimpongo.
Las historias no se escriben de un momento a otro, se van cocinando, a fuego lento. Por eso cuando alguien me pregunta cuándo escribí tal o cual cosa, yo siempre digo que fue antes de que escribiera la primera palabra.
En algunas ocasiones el comienzo de una historia se detona por hechos de la vida cotidiana. Pero la historia que se cuenta no necesariamente tiene que ver con ese hecho. A lo largo de la vida vamos forjando historias, abrimos puertas y finalmente las cerramos, ya sea proque corroboramos algo que siempre habíamos intuido o porque no se puede mirar hacia el pasado.
Puedo decir, falsamente parodiando a Borges, que le debo a un beso la creación de una nueva obra. La tercera que se empezó a escribir sin que las otras dos hayan visto la luz, aunque la primera está a punto de verla. Un beso que cerró un ciclo, al menos de incertidumbres.

Friday, October 15, 2010

Versión de El horla en Guayaquil

El horla está escrito como un pequeño diario, al menos en su tercera versión, puesto que hay dos anteriores que formalmente se distancian de este relato, hasta en situaciones argumentales. Guy de Maupassant explora con este relato, Pueblo de madera y otros, la literatura fantástica, pero antes que nada, Maupassant es un escritor romántico. Su sentido del exotismo, y las primeras manifestaciones de otros estados de la consciencia son evidentes.
Poco a poco el sugestivo narrador de la historia nos confía sus miedos y sueños. Después de que observa un barco en el rio está seguro de que el navío proviene de otro mundo. Y ese otro mundo literalmente empieza a materializarse en el inconsciente.
No en vano el autor francés ha sido inspiración para el no menos célebre P.H Lovecraft.

El lunes a las 20h00, Eric Chartiot sube a las tablas para presentar su versión de El horla, para adolescentes y adultos en la Alianza Francesa

Wednesday, October 13, 2010

Matapalo cartonera presenta Bóveda 66

Matapalo Cartonera, de Riobamba,  recoge más de 12 años de labor poética de Ernesto Carrión. Bóveda 66, como se titula la obra, fue lanzada en la Feria Internacional del Libro de Lima de este año; y su presentación en Guayaquil estará a cargo de Víctor Vimos (editor) y Wladimir Zambrano (poeta)

Con esta presentación se inaugura el Primer Encuentro Latinoamericano de Cartoneras, organizado por el Ministerio de Cultura, una de las actividades de la próxima Feria del Libro de Guayaquil que se llevará a cabo desde el 21 hasta el 28 de Octubre.

Lugar: Jueves 14 de Octubre. Auditorio de la AF Principal (Hurtado 436 y José Mascote) – Entrada libre 19h00.

Las editoriales cartoneras funcionan de manera autónoma y tienen sus propias singularidades. Se caracterizan por la calidad de los libros que publican, por los formatos artesanales que emplean, por la revalorización de principios como la solidaridad, el trabajo comunitario, la búsqueda de la relativa independencia de los libros (creados siempre como objetos únicos, como una obra de arte o un amigo íntimo), y por su interés expansivo, casi dinamitero.

La experiencia de las cartoneras en América Latina, nace de la crisis financiera en Argentina, donde escritores y editores encontraron la manera, a través de materiales como el cartón reciclado, de elaborar libros de calidad literaria y bajísimo costo. Esta idea o forma de edición se propagaría por toda América llegando ahora a ser una suerte de resistencia contra las grandes editoriales, ya que no solamente se trata de un trabajo comunitario consciente (muchas veces se trabaja con niños de la calle recolectando cartón o con presos) sino que cuenta con escritores importantes editados en sus líneas. Hoy existen más de 30 cartoneras en todo el mundo. Además de que cada ejemplar de un libro cartonero es único ya que cada diseño de portada tiene un solo diseño entre pintura y collage con fotografías, recortes de diarios, etc.


Sobre el autor: Ernesto Carrión (Guayaquil, Ecuador, 1977) Premio Latinoamericano de Poesía Ciudad de Medellín 2007, Premio César Dávila Andrade 2002, Premio Jorge Carrera Andrade 2008, Finalista del II Premio Hispanoamericano Festival de la lira 2009 y Becario del Fonca y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo 2009. Ha publicado 10 libros de poesía. Consta en antologías nacionales e internacionales.

Sobre Matapalo Cartonera: Editorial cartonera, creada hace más un año en Riobamba. Dirigida por Víctor Vimos y Gabriela Falconí, ha publicado a Jorge Enrique Adoum, Gabriela Alemán, Huilo Ruales, Mario Santiago Papasquiaro, entre otros. http://matapalocartonera.blogspot.com/





Tuesday, October 12, 2010

Hacia el sur

Un viaje al Sur basta para mirar una ciudad que se va transformando cada día. Los soportales, como decía en otro muro, la humedad del barrio del Astillero por su cercanía con el rio, le da a Guayaquil ese aroma que poco a poco ha mutado hacia una transformación que no se gestó en el tiempo sino que fue un impulso de una visión absolutamente personal sobre lo que debían ser los espacios recreativos de la ciudad.
No voy a entrar en la discusión si los nuevos malecones y parques deberían haberse hecho. Esa ya es una discusión inútil, que la verdad poco me interesa en estos días. Por ahora resumo en recrearme ante la visión de unas calles espaciosas con edificios bajos que miran al rio, en donde todavía huele a una vieja ciudad fluvial, a un puerto. Esto lo digo porque a veces me olvido de que Guayaquil es puerto y precisamente vengo a recordarlo cuando transito por la calle Chile, cuando camino por el Barrio del Centenario y avanzo, por ejemplo por la Domingo Comín hasta El Universo. En algunas calles ya están construyendo monigotes, pequeños y grandes. Todavía descoloridos esos mamotretos sin color yacen sobe las veredas apilados, sin vida.
Ya no sé si es idea mía o en el sur hay otro ritmo, con otros tiempos. Es otra ciudad que me gusta, que me recuerda por ejemplo la fábrica abandonado en donde una vez hice un corto con unos compañeros de universidad, mejor dicho, en donde jugamos a hacer un corto con unos compañeros de universidad. Ayer pasé por ahí, las puertas metálicas seguían cerradas. Ese edificio siempre pareció estar abandonado. Está exactamente igual como hace 10 años, al menos por fuera.
Tal vez vivir en el sur no sea una mala idea. Tal vez mirar desde esa latitud me devuelva algunas respuestas sobre la vida que se vive en el norte, por ejemplo.
Así que vale la pena deambular, y aunque parezca que el tiempo se está perdiendo se trata de darle la vuelta a una historia:  una historia real o de ficción que lucha por hacerse paso en este mundo gris.
Y mientras eso pasa el sur de Guayaquil se va pareciendo a la Habana Vieja, en donde no pasa el tiempo. Si viro en una esquina es posible que llegue a otro Malecón, un malecón del Caribe, muy similar al que existió alguna vez aquí.

Thursday, October 07, 2010

¿Contra todo pronóstico?

Este año, para el Nobel, sonaban los poetas. Nombres lejanos, desconocidos, pero también las listas auguraban que el ganador podría haber sido Cormac McCarthy, autor de No hay país para viejos, La carretera, y por cierto, otro extraño lobo estepario que vive totalmente alejado del ruido. La carretera es sobrecogedora, una novela hermosa en donde un mundo agonizante es el escenario por donde caminan un padre y un hijo, y los otros, esos que comen carne y que aterrorizan a la pareja.
Murakami se ubicó segundo en las apuestas, pero de un momento a otro perdió terreno frente a un Vargas Llosa que ocupaba el puesto 18, pero que desde hace años ha sido   candidato.
Cuando gana alguien que no conocemos, o compramos sus libros para saber quién es y tenemos gratas sorpresas como Coetzee, Muller, Jelinek o de repente hay otros que a pesar de ganar nunca llegan a interesarnos.
Al menos a Vargas Llosa lo tenemos publicado en nuestra propia lengua, lo leímos desde el colegio, con suerte, y lo seguimos leyendo después. Es un referente, una lectura obligada y arbitraria también. A lo largo de estos años cómo no recordar sus ensayos, sus obsesiones, sus peleas, y sobre todo, sus novelas.
A propósito de su última novela El sueño del celta que recién saldrá a la venta el 3 de noviembre, le hicieron una entrevista en El país, en ella habló del nacionalismo como la peor construcción del hombre, pero también de la obra que ha sido comparada por muchos con La fiesta del chivo, solamente que trasladada al contexto africano.
Entre otras notas hay algo que me llama profundamente la atención y es la apertura que tiene Vargas Llosa que ya ronda los 80 años a la tecnología. A continuación me remito al texto:

Literatura electrónica pasajera


"El sueño del celta es la primera novela de Mario Vargas Llosa de la nueva era... del libro electrónico.
¿Se ha atrevido el autor de Conversación en la catedral con el formato digital? "No lo he hecho. Lo he visto, sí, lo he sopesado, pero todavía no me animo, no. La lectura todavía sigue siendo mi gran placer, claro, aunque en soporte tradicional. No hay que rechazarlo de entrada. Los defensores del libro electrónico aseguran que solo es un soporte. Así como el papel es un soporte. Sin embargo, cuando yo veo lo que ha pasado con la televisión, veo que no es así, que la pantalla ejerce una influencia sobre la creación. Tiende a introducir una facilidad, a destacar por encima de todo el entretenimiento rápido, que es lo que ha pasado con la tele. Hay cosas fabulosas en ese medio, pero predomina la cosa leve, ligera, pasajera. Mucho me temo que la literatura en pantalla se convierta en eso".

¿Y qué lee Vargas Llosa?
"Leo por trabajo o por placer, y cuando leo por placer releo autores clásicos. Me da un poco de vértigo el torbellino de las novedades. Es absolutamente imposible estar al día de todos los autores jóvenes. Con todo, nada me produce tanto placer como encontrar el libro adecuado. ¿Mis últimos descubrimientos? Me fascinó El olvido que seremos, de Héctor Abad Faciolince. Muy certero. Qué bonito libro. ¡Qué fina manera de rendir un homenaje a su padre y al mismo tiempo trazar un relato de toda una época! Y recientemente descubrí a Irene Némirovsky. Es una maravilla, te impresiona cómo viviendo unas circunstancias absolutamente terribles, una judía francesa en la II Guerra Mundial, pudo escribir Suite francesa, un libro tan controlado. Tan frío, mostrado con serenidad".

Sunday, October 03, 2010

La novela como metáfora

No sorprende a nadie que una novela sea una metáfora de otra cosa. La cosa puede ser el mundo, una época, una persona, una ciudad.
Acabamos de comentar Salón de Belleza de Mario Bellatin (México, 23 de julio de 1960) como una grata experiencia. No siempre podemos decir esto sobre un libro. A veces mis expectativas no responden a la novela que he elegido y en otras ocasiones, la novela elegida, por alguna misteriosa razón no cuaja dentro del grupo. Así nos pasó hace casi un año con Memorias de Adriano, algo que podría haberme parecido sorprendente, pero resulta que en esta relectura de la novela, yo también casi caigo en el marasmo del grupo.
La novela de Bellatin se comentó después de Desgracia de Coetzee y entre otras cosas llegamos a varias conclusiones parciales, como por ejemplo que el David Lurie de la novela de J.M tenía en común una soledad buscada en la que solo repara cuando ya es tarde, al igual que el personaje central del Beauty Parlor de Bellatin, que organiza y reorganiza primero el Salón, luego el Moridero y finalmente proyecta dejar el espacio como cuando lo ha fundado.
La metáfora del salón de belleza es la de la enfermedad, una gran metáfora de la enfermedad que se desarrolla a través del paralelismo entre el salón y las peceras, entre los peces y los enfermos. 
La enfermedad física ha minado a los clientes del Moridero, pero más allá de esta enfermedad real y física, ¿cuál es la enfermedad? ¿cuándo empieza? ¿transforma al protagonista? 
Otra conclusión parcial es que pese a que la novela toca el mundo gay no se consideró una novela gay, al menos por el grupo de La casa morada. Esto ocurre porque no se sintió propagandístico el relato con el tema. Es decir, no les pareció relevante, que el personaje fuera gay aunque lo es, aunque, cuente sus amoríos, sus aventuras, la separación o distancia con la madre por serlo.  
El salón de belleza es un relato minucioso, de detalles, de descripciones que narran una vida dedicada a los placeres y a un proyecto que lo llena todo, un salón de belleza. Aunque no hay directamente una fecha que pueda ubicar totalmente en el tiempo a este relato, todo indicaría que se trata de ¿los ochentas? Podría ser, podría ser que sea en ese tiempo, o que se hable del sida, aunque nunca se mencione su nombre, porque no es necesario. Al final, en la metáfora, qué importa más. ¿El primer objeto comparado o el segundo? o, en realidad no es eso lo que importa sino lo que dice la metáfora finalmente...