Tuesday, May 19, 2009

Animales feos pero entrañables


Que el perro es el mejor amigo del hombre, que los perros son leales, que los caballos en algún momento de la historia eran más cercanos a los hombres de lo que hoy lo son los perros. ¿Quién no lo ha escuchado?

Pues anoche pude ver un documental sobre la vida de los pingüinos narrado por Morgan Freeman. En ese mar blanco que es la Antártida, a lo lejos caminan estos simpáticos animalitos, que seguro se convirtieron en mascotas de felpa o peluche, mucho más después de Happy feet. Y sobre todo, cómo no reparar en ellos después de Batman y el pingüino.


La voz del narrador nos cuenta cómo en algún momento toda esa blancura fue vegetación, hasta que hoy casi no tocada por el sol esa latitud de esta tierra enferma tuvo una vida propia. Los protagonistas son estas extrañas aves peces, que van del agua al piso sólido de hielo como si fuera natural. Lentos, en fila, van reuniéndose para guardar el calor que el clima les niega, pero que ellos se encargan de crear en manada.


Todo el proceso de la búsqueda de pareja y luego de la maternidad es completamene inusual. Animales monógamos, que una vez que fecundan a su pareja intercambian roles de canguro. El padre se queda con el huevo de pingüino y lo empolla mientras la madre de marcha durante meses para buscar alimento. Es sorprendente cómo la hembra le pasa el huevo al macho y cómo este lo guarda esperando el retorno de su contraparte femenina.


Una vez que el bebé nace, el padre que no ha comido en meses le entrega de su propia boca una sustancia viscosa que le sirve de primer sustento a la cría, que está indefensa. No todos los padres logran calentar ese futuro bebé. A veces el huevo se cae al hielo, se enfría, se cuartea... es un trabajo titánico, contra la naturaleza. Si la madre no llega a tiempo, el padre deberá abandonar a su cria para buscar su propio alimento. A lo lejos las montañas de hielo son testigos de la marcha de las hembras que apuradas intentan llegar para cumplir con esa nueva vida. Cumplir. Algunas también mueren en el camino.


Animales nobles, definitivamente la naturaleza sabe de ellos y frente a este espectáculo estético del documental, las personas aprendemos lo que es el calor humano y lo que cuesta mantenerlo. Yo, recreo el pingüino de cerámica que me regaló Piedad Matute, mi niñera que es costurera en Milagro. Cuando me mudé de la casa de mis padres dejé ahí su regalo, así que planeo traerlo conmigo otra vez para que cuando lo vea suspendido en un estante recuerde lo que es el verdadero calor de las personas.


Animales feos y entrañables. Tengo que aceptarlo: tengo una debilidad por la fealdad de los pingüinos y sus cuerpos deformes.

Saturday, May 16, 2009

El cuarteto, la subasta, la depuración y los muros


Miércoles de la semana pasada. Tranquila navegando en Facebook y me encuentro con que el cuarteto Shostakovich daría un concierto en la capilla del Corazón de Jesús que está dentro del Parque Histórico. Detalle fundamental por ahora: entrada gratuita. Inmediatamente me conecto con Los otros, y ellos responden: 6 y 45 te recoge el Chiquito. Y como lo rayamos de impuntual, está afuera de mi casa 5 minutos antes de la hora. A mí, mi mamá, me hizo puntual a la fuerza y se lo agradezco, también le agradezco el GPS incorporado con el que nació. Siempre sabe cómo ir y volver de los lugares, con los nombres de las calles. Su orientación es sencillamente perfecta, y apabullante. Algo he sacado yo de esa cartografía que ella tiene incorporada.

En el Parque Histórico, en la capilla, no hubo más de 25 personas escuchando al cuarteto de Iván Fabre, especialmente contratado para el Festival de Música Italiana que organiza la Societá Dante Alighieri. Más allá de la ausencia de público, este lugar, es perfecto en su acústica para un espectáculo como este. Vivaldi, y otros tres compositores fueron el programa de la noche, y durante la próxima semana en otros escenarios de la ciudad se presentarán espectáculos de igual categoría. La música también permite viajar. A la salida Ellos y yo hablábamos de lo tranquilos que nos sentíamos. "Aplacamos a la fiera, ¿no?". Asintieron. Pensamos también que debemos volver al parque en el día. Mañana sería perfecto.


El jueves se hizo la subasta como homenaje a Hilda Thomas y solo tengo palabras de alegría y gratitud para Valentina Brevi que saca el Espacio Vacío adelante con la ayuda de unos cuantos amigos. Yo quería el cuadro del castillo amenazante de Mónica Garcés o el dibujo de Allan Jeffs, o más todavía las muñecas de Walter Páez. El lobby del MAAC estuvo lleno y yo sentí una adrenalina parecida a la de jugar a la ruleta en el casino. Supongo que más emocionante hubiera sido poder comprar, pero también lo fue que alguien se haya interesado por mis dibujos rescatados por Christian Levi. ¿A dónde irán a parar? Por lo pronto, medito en la posibilidad de aprender algo nuevo y totalmente ajeno a mí. Así que ya estoy en las averiguaciones del taller de grabados.

En mi mirada ví a los artistas -muchos de ellos habían hecho sus donaciones-, muy interesados en un proceso de consumo de su obra. Obras que en algunas ocasiones están guardadas o simplemente realizadas sin pensar que podrían tener un destino comercial que, precisamente, les permita crear mucho más. Enlazo esto con las palabras de Solange Rodríguez de esta tarde. "Para producir se necesitan unas condiciones que son imposibles cuando tienes tres trabajos".


Totalmente de acuerdo con lo que acabo de escuchar miro hacia las otras mesas que rodean la mía, afuera de la cafetería Valdez. Todas esas personas disfrutaban de una tarde que se acababa en el contexto de una brisa y conversaciones. Pienso que si la proliferación de cafés invitan al diálogo, ojalá que hubiese muchos como este. Yo con la cabeza en más de un lugar, sigo las intervenciones de mi mesa que hablan de peligros, asaltos, formas de vida, y por otro lado, imagino un muro que va creciendo en el triángulo de esta cafetería. Pienso en que el muro debería ser de árboles con helechos y no de cemento. Mientras escucho historias de violencia puedo ver cómo van creciendo las enredaderas de esta verja ecológica. Entro y salgo del diálogo y revivo todos los momentos de miedo en la calle, pero también de las inmensas libertades que tengo cuando camino por Guayaquil disfrutándo del olor, la bulla; las subidas al faro, el trayecto de la Victor Emilio hasta el puente de Urdesa, la gente cruzando la calle Boyacá a la hora del almuerzo, esa aventura hacia la playita del Guasmo que terminó en un retorno de pesadilla en la Metrovía. He tenido suerte, pienso.


Luego hace un rato se me ocurre que este Facebook debe depurarse así que de 300 amigos supestos, me he quedado con 160 me parece. No quedó títere con cabeza, y seguiré decapitando "amigos". Los muros invisibles me digo a mí misma. ¿Cómo crecen los muros que no se pueden ver? ¿Cómo se destruye las diferencias de la realidad? Es posible me digo a mí misma. Todo es posible y recuerdo que me faltó decir, durante el club de lectura, que la literatura es una posibilidad; seguramente La posibilidad de una isla, como en la novela de Michel de Houellebecq. La pregunta es en qué clase de isla quiero vivir y con quiénes.

Tuesday, May 12, 2009



Cuando No es No y Sí fue hace tiempo

Continuidad, una palabra muy significativa. Hoy mientras caminaba desde el colegio Aguirre Abad hasta la Av. Plaza Dañín iba pensando en los encuentros. Después de entrevistar al Inspector General del colegio sobre el tema de los exámenes para los maestros, decidí sentarme en el bar y comerme una empanada de verde. No en vano tengo la cara hecha pedazos. Entre el verde y el chocolate voy a morir. Ahí en el bar, en otra mesa estaba una mujer, tal vez de mi edad. Tenía los ojos rojos, y no sé por qué le dije: ¿Qué le pasa? De verdad que se sentía triste, al menos eso sentí yo. Cuando terminaba de hacerle la pregunta las lágrimas se le salieron. Yo me quedé con el sabor amargo de la empanada, así que solo alcancé a murmurarle que no llorara. Ella si estaba muriendo. Moría de amor.
Me contó que su marido está en Buenos Aires y que ella regresó hace tres meses y que ayer llamó a su casa y le contestó una mujer que le preguntó quién era. Cuando ella le dijo que era la esposa de …la otra se rio y gritó: “Te llama tu mujer ecuatoriana”. Así de sencillo. “Son siete años”, me dijo, “Siete años en los que he entregado todo”. A estas alturas la empanada era un rezago incomible y mi amiga seguía avanzando en una historia que más que sorprenderme me hacía pensar por qué justamente, este día, una mujer me contaba una historia de traición.
“No sé qué hacer”, me decía y yo solo la escuchaba hasta que le dije, sabe qué, no llore que yo le voy a contar mi historia y eso hice. Un año después puedo articular mi historia. Exactamente ha pasado un año y la conté como si hablara de otra mujer y no de mí, y cuando terminé la mujer ya no lloraba sino que estaba atenta. ¿Usted es de aquí?, me preguntó. Claro, le dije, por supuesto, que lo soy.
Luego dijo, “Yo lo amo y me quiero morir, pero si me llama no volveré”. También dijo que quería hacer cosas malas. Y pensé: “Tengo que decirle algo que la haga cambiar de opinión”. Y bueno, no se me ocurrió nada, ni una sola idea, ni un solo consejo, y para colmo le dije que mientras más pase el tiempo, se sentirá más desolada, pero que luego, en algún momento indefinido y sin ninguna explicación, todo habrá cambiado. ¿Pero cuánto tiempo?, me preguntó. Suficiente para que vuelva a decir Sí, le dije.
Llego a casa y me siento a escribir, mensaje de texto. “Oh no”, “No puede ser”. Leo, pero no contesto. Sigo, me concentro. Una hora más tarde una llamada, no contesto, luego otra y otra. ¿Cómo es posible que un No rotundo crea que pueda convertirse en un Sí? No hay manera me repito, no hay manera de hacerle comprender a los otros cómo la continuidad es la única posibilidad de mantener un afecto. Sin ella, siempre será NO.
Basta leer los signos del futuro desamor para ni siquiera querer ahondar en la curiosidad de una nueva búsqueda. Hasta que pueda decir Sí, sin pensar en el No.

Monday, May 11, 2009

Miedo al examen

El fantasma de la evaluación ronda la realidad de los maestros de la UNE. Como antecedente habría que dejar claro que el puntaje que los profesores obtuvieron en el test de razonamiento verbal arrojó la cifra de 38 sobre 100. Aproximadamente 11.000 maestros se sometieron a esta prueba porque aspiraban a ingresar al Magisterio.
Esta mañana en un canal local de televisión el representante de la UNE acusa al Ministerio de Educación de no capacitar a los formadores, antes de tomar el examen. Yo lo veo como la postura del alumno que caliente antes de hacer una prueba.
Ante la inminencia de los exámenes que entre el 24 y 29 de mayo se tomarán en la Costa, y el 6 de Junio, en la Sierra, el Ministro de Educación reacciona ante los anuncios de asambleas y luego movilizaciones. Educadores que se pasan evaluando no quieren someterse a una evaluación. Entre los débiles argumentos esgrimidos por el representante de la UNE está el de que los exámenes están mal hechos.
Los maestros que obtengan el 90% de la calificación tendrán acceso a becas y recibirán anualmente 1.200 dólares. Este es un incentivo jamás visto dentro del campo de la educación del Ecuador. Los maestros que no obtengan más del 50% de la calificación requerida serán capacitados, algo asi como un sistema de nivelación como ocurre en los colegios con los estudiantes que se quedan suspensos o aplazados. Durante un año estos profesores tendrán plazo para estudiar y rendir un nuevo examen, que si no es aprobado, sería el pasaporte de salida del Magisterio.
Raúl Vallejo ordenó que desde hoy las direcciones provinciales de Educación multen a los maestros que no acudan a sus trabajos para participar en la asamblea. Esta es una medida interesante, sobre todo, porque Vallejo en sus dos períodos como Ministro ha tenido que campear con varios intentos de desarmar el Plan decenal de Educación.
Mónica Franco, la subsecretaria de Educación del Litoral, habla sobre la medida como no punitiva. Lo que los dirigentes de la UNE ven como castigo, el resto de ecuatorianos podemos considerarlo como la necesidad de hacer un control de calidad a la Educación del país. Y si esto implica que solo los mejores y más capaces se queden en el Magisterio para formar a los niños y jóvenes ecuatorianos, pues que se empiece cuanto antes. Ya no hay más tiempo para relegar el bienestar y el derecho a una educación digna. Pero quiero ver cómo este gobierno responderá a las presiones de la UNE y del MPD, sobre todo cuando es evidente entre sus filas las cuotas políticas de estas dos agrupaciones.

Sunday, May 10, 2009


Madre de aguas profundas


Miren la foto. Es Maruja, mi madre que se llama en realidad María Herminia Blanca Regina del Perpetuo Socorro. Hoy me dio la sorpresa de que vuelve a las aguas. Cuando era joven era nadadora, cruzó el rio Guayas, compitió dentro y fuera del Ecuador. Le dije que le tomaría una foto para este blog, así que no piensen que le estoy faltando el respeto.
Mi hermano le regaló unos lentes de agua y un gorrito para que pueda empezar su carrera máster o algo así. Entiendo que el agua le ha gustado mucho y está emocionada porque hará algo nuevo. En la mesa del comedor mi abuela intenta comer. Mi mamá dice que fue un error hacer una parrillada. Yo doy vueltas por esa mesa como un águila, pero créanme no por la comida. Vigilo que mi abuela que también se llama Maruja, coma algo. Cada vez come menos. Me parece que lo que no puede es masticar la carne, tampoco ve muy bien. El error, dice mi mamá, es el menú de hoy. Ella dice que próximamente tendrá que hacer lasagna o algo suave para que mi abuelita pueda comer y no se demore horas masticando. No estoy segura si aún tiene dientes. O sea no estoy segura del ahora, pero sí del pasado. Recuerdo el camino de regreso desde el Tenis hasta su casa, a pie, porque no había “tanto peligro de robos y asaltos”. Recuerdo que cuando ya nos había vestido a mi hermano y a mí después de convencernos de salir de la piscina, nos le escapábamos para tirarnos otra vez a las aguas profundas de la piscina de los adultos. Qué paciencia, y cómo la veía vieja. Seguro debía tener la edad que hoy tiene mi madre, tal vez un poquito más.
Yo me siento a ver los Transformers, pero en realidad estoy pensando quién corta la carne de mi abuela todos los días, quién se asegura de que ella se lleve el alimento a la boca. Qué involución. Luego ella se quedó un poco dormida en un sillón y se despertó abruptamente sin saber en dónde estaba. “¿Quién vive aquí?”. Uy, me dice mi mamá, pregúntale quién eres. Así que yo le digo: “Abuela, ¿quién soy?”. “Mi nieta”, me contesta. Obvio si le he dicho abuela.
No la veo mucho, pero podría verla más. Hay días en que quiero ir a verla, pero vive tan lejos, y no tengo como ir, y me pongo mil excusas, y cuando llega la noche tengo vergüenza de ser tan desamorada pudiendo no serlo. Me juro que mañana voy a ir a verla porque la quiero y la extraño y tengo su voz grabada cantándome Funiculí, funiculá y tocando Ojos negros en el piano de mi tía, que no estaba aquí. Yo sentada escuchándola y queriéndola mucho como ahora.
En el fondo se trata del personaje de la novela que trabajo para mi club de lectura. No quiero ser como Michel, no me resigno a ser como él, no aprecio la vida que tiene aunque él quiera tenerla y aunque sea su vida y no la mía. En el fondo me da miedo ser como él. Por eso me hago tantas promesas por la noche y digo que no repetiré mis miedos, o mis errores al día siguiente. Tal vez es la certeza de que pronto mi abuela ya no estará, y después tal vez sean mis padres, o cualquier otra persona que me importe. Es la certeza de lo inevitable.
Alguien me preguntaba la semana pasada si yo leo un libro a la vez o varios. Yo le decía que leo varios al mismo tiempo. Lo que me aterra de Michel desaparece cuando me inserto en Ocho, una novela de misterio de corte histórico que tengo en el piso, cerca de mi improvisada cama. Pero también me acompañan cosas que releo. En estos días ha sido Los años con Laura Díaz. Me quedo dormida temprano con una extraña sensación de que quisiera irme a dormir en la mitad de mi papá y mi mamá.
Después de almorzar subo hasta mi cuarto, bueno el que era mi cuarto. Mi hermano se ha apoderado de él. Lo ha pintado azul por que adora Emelec. El cuarto parece una pecera y me acuesto en la cama e intento dormir un poco. Tal vez fueron 20 minutos, no estoy muy segura. Han sido los 20 minutos más descansados de este año.

Thursday, May 07, 2009

Lo que resta del día se diluye entre planes que no se concretan esta noche fresca de mayo. La idea era salir para tomar algo y luego regresar otra vez a La casa. Mimosa.
Esa hubiera sido la mejor manera de terminar un día muy agradable. Amaneció temprano para mí, como todas las mañanas en que no concilio el sueño. Con el primer claro de luz tengo los ojos como platos. Esta madrugada yo pensaba en un amigo que ha sido engañado, y yo misma me preguntaba, por qué si tiene siempre buenas intenciones, por qué si es bondadoso. Pensaba en que ese novio de él no pudo ver lo esencial. La mirada falla o está mal entrenada. Y yo sin dormir, pensando en que el tiempo le pase rápido, cuando sé que en esa situación el tiempo solo se detiene o una no percibe su paso. Luego, literalmente me colé a una reunión en la que alguien hablaría sobre Las cruces sobre el agua. Tenía curiosidad de varias cosas. Algunas totalmente resueltas, otras más confusas que nunca. Tal vez desde arriba las cosas tienen otra perspectiva. Mientras estaba sentada en la esquina de una mesa rectangular, miraba a través del vidrio y la ciudad se veía tan distante y callada. Todo eso entrelazado con las imágenes de la matanza obrera y los cuerpos arrojados al río ese año de 1922. Hay realidades invisibles a los ojos. Sí, eso es cierto, y encima hay miradas que es mejor que no hablen porque si no estaríamos en grandes aprietos.
Estaba complacida del silencio mío. Últimamente me toca hablar tanto, explicar, preguntar, repreguntar, decir, decidir. Era yo una silla más que podía estar como no y no me molestaba para nada. Lo único que hubiera querido era o cercenarme yo misma la cabeza o rebanarme el cuello porque no soportaba la tensión de la mala noche. Por lo demás, fue muy agradable o tal vez complaciente, ver un grupo de personas ajenas al mundo de la lectura, salvo ciertas excepciones, interesadas en una novela tan significativa para mí.
Yo pensaba si de verdad Las cruces llegaría a tocar de alguna u otra manera a estas personas, y si a través de ella la mirada de esa otra realidad se les haría visible.
Me pasó como en película este último año. Específicamente cuando fui a investigar sobre las bibliotecas del Sinab. Recuerdo que le pedí a mi papá que me llevara al Batallón del Suburbio. Me acuerdo de su cara viéndome cruzar la calle y preguntándome por última vez si estaba segura de que quería que me dejara sola allí. Y claro que me iba a quedar sola con o sin su aprobación. Por supuesto no dijo que no lo aprobaba, ya hace mucho que no dice nada porque sabe que no tiene dominio sobre mis decisiones, aunque sabe también que siempre las tomo en cuenta. Y luego descubrir que los famosos Centros Culturales no eran más que sitios para hacinar libros. Sí, lugares en donde el polvo, las telarañas y el tiempo no pasan. Mausoleos. ¿Quién querrá abrir un libro en un sitio como ese? Pero después de salir y ver ese entorno, después de tomar el bus escondiendo la grabadora y el celular, pensé que a quién mierda se le iba a ocurrir tomar un libro ahí si lo primordial es el pedazo de pan que podían llevarse o no a la boca.
Pero así y todo, hasta la soledad se diluye con la lectura. No hay mal que se quede incólume al contacto con los libros, y somos tan poquitos, tan poquitos, que cada encuentro es una felicidad.

Tuesday, May 05, 2009


El centro nos entrega también algo muy dulce. Las tres canastas, por ejemplo, es una parada fundamental para los de a pie. Yo me cuento en este grupo, aunque ya no habito la zona. De todas maneras, un buen recuerdo con el que se puede empezar el día.